La electricidad impulsa casi todo lo que usamos a diario, desde electrodomésticos hasta maquinaria industrial. Pero, ¿sabías que existen diferentes tipos de electricidad con características
¿Cuántos electrodomésticos estás usando simultáneamente? Si estás en casa, probablemente tengas el televisor encendido, la radio conectada, alguno que otro teléfono cargándose, tal vez la lavadora funcionando, alguna bombilla encendida… O puede que, siendo consciente de tu consumo de energía, sepas por qué es recomendable ahorrar energía.
Estamos habituados a tener un acceso fácil e inmediato a la energía. Casi que la damos por sentado. No nos preocupamos por ella sino cuando llega el recibo de la luz demasiado caro y nos reprochamos a nosotros mismos. Decidimos mermar el consumo. Pero ese impulso nos dura apenas unos días y después volvemos a ser derrochadores.
Puede que, para cambiar ese hábito de gastar luz en exceso, necesites encontrar otras razones para ahorrar energía. A continuación, te presentamos las principales razones para ahorrar energía. Además, conocerás los beneficios de desconectar tus aparatos y cómo ahorrar energía si comprometer desagradablemente tu estilo de vida ¡Quédate y anímate a apagar la luz!
En realidad, hay muchísimas razones por las que ahorrar energía se convierte en una excelente idea. Seguramente ya habrás imaginado algunas, como en reducir nuestra huella ambiental o ahorrar dinero, pero hay otras que -aunque no lo creas- te benefician directamente. Así que, vayamos a conocerlas.
Tal vez te ha pasado que tomas la factura de la compañía que te brinda el servicio de energía eléctrica y te encuentras con un valor elevadísimo que tienes que pagar.
Ojeas la factura y ves, sorprendido, una cantidad de letras y símbolos que no entiendes; pero lo que sí entiendes es que esa gran cantidad de dinero corresponde proporcionalmente con una cantidad de corriente consumida.
Debes saber que hay una medida internacional con la que las compañías de luz cuantifican el consumo de energía eléctrica: el kWh. Esta unidad representa la cantidad de energía utilizada (kW) por la cantidad de tiempo que se usó (Horas). Si consumes muchos kWh, te cobran mucho dinero; si consumes poco, te cobran poco.
Pero te engañarías si creyeras que la mejor solución para ahorrar energía es evitando al máximo el uso de cualquier electrodoméstico. Pues hay electrodomésticos que gastan más que otros; de modo que es preciso conocer su ficha técnica y buscar los más eficientes energéticamente.
Por ejemplo, un televisor de tecnología LED consume alrededor de un 25 a 40% menos energía que un televisor LCD del mismo tamaño. Y así pasa con neveras, planchas, hornos microondas y otros muchos aparatos.
Es decir, no necesitas eliminar radicalmente cualquier uso de aparatos eléctricos; más bien, debes pensar de forma inteligente sobre su uso.
Cada vez que te levantes del living y dejes el televisor prendido, o cada vez que te vayas a dormir con el aire acondicionado funcionando a tope, considera que el dinero que terminarás pagando por esos caprichos lo puedes invertir o gastar de otra forma.
Muy seguramente recuerdes que en la escuela, en la clase de física, te insistían en una frase particular: “la energía no se crea ni se destruye, solo se transforma”. La energía eléctrica, entonces, debe venir de algún lado.
Desde el siglo XIX hemos conseguido “domesticar” la electricidad. La hemos sabido poner a nuestro servicio. Hemos diseñado formas de generarla para posteriormente emplearla maravillosamente.
Es durante el proceso de generación de energía eléctrica que se invierten muchos recursos. Si bien es cierto que hay fuentes renovables de energía, como los aerogeneradores o las hidroeléctricas, no deja de ser verdad que hay un impacto ambiental considerable.
Es sabido que una buena parte de la energía eléctrica que se consume en el mundo se genera en plantas termoeléctricas, en donde se queman elementos combustibles (como el carbón o el gas) para calentar agua y así mover turbias enormes que dan lugar al proceso de inducción electromagnética.
Aunque desde los años noventa hasta la actualidad el consumo eléctrico a nivel mundial ha ido bajando gradualmente (a una media de -1,5% anual), seguimos en un mundo altamente tecnificado.
Nuestro modelo industrial y económico está basado en una idea de progreso que contempla un modelo de desarrollo siempre ascendente. Pero este modelo riñe con la realidad, pues en la naturaleza los recursos son limitados.
Por eso, no es mala idea contemplar la posibilidad de desestimular la sobreexplotación y el sobreconsumo de energía.
Por otro lado, te habrás dado cuenta del cielo nocturno en las grandes ciudades: nunca pueden verse las estrellas. Siempre hay un fulgor naranja que flota y que afecta la calidad de vida de especies animales de hábitos nocturnos.
En este sentido, el estrépito de equipos de sonido incide directamente en la contaminación sonora que a diario percibimos.
Considera que vives en un mundo artificial altamente sofisticado. Y eso no está mal: la tecnología está allí para nuestro uso y disfrute.
Pero considera el hecho de que estás inundado de tecnología que consume electricidad desde que te levantas hasta que te acuestas. El abuso de equipos tecnológicos compromete tu calidad de vida, aunque ahora mismo no te lo parezca.
Piensa, por ejemplo, en las noches en las que te quedas acostado durante horas viendo videos en Tiktok, o stalkeando personas en tu red social favorita, o simplemente pasando la noche en vela. Al día siguiente te levantas agotado mentalmente. Y no es para menos: tu cerebro no descansó como es debido.
Cosas como esta, o como por ejemplo calentar todas tus comidas en horno de microondas, ponen tu salud en riesgo. Por ello es recomendable que, no solo por ahorrar energía o dinero, cambies tus hábitos perjudiciales que tienen que ver con el abuso de tecnología.
Ya sabes que no es necesario vivir como un ermitaño para ahorrar energía. Basta con que revises tus hábitos y reformules aquellos en los que veas que estás gastando innecesariamente (y a veces perjudicialmente, también) electricidad.
Una manera insospechada de ahorrar electricidad es utilizando los electrodomésticos en horas razonables y levantándonos temprano en la mañana.
Suena a un sacrificio exigente, pero cuando descubras cómo se alarga tu día, permitiéndote hacer más cosas, aprovechando la luz natural del sol, te darás cuenta de que no solo el recibo de la luz es más barato, sino que tu calidad de vida mejora increíblemente.
Por otro lado, puedes usar los electrodomésticos a su capacidad máxima, para usarlos la menor cantidad de veces posible. Puedes llenar la lavadora o el lavavajillas, por ejemplo. También puedes desconectar los equipos que no estés usando, y así evitas el llamado “consumo fantasma”.
A continuación, encuentras una lista de hábitos y acciones que puedes llevar a cabo para ahorrar electricidad. Te recomendamos, también, que consideres la adquisición de fuentes alternativas de energía, como paneles solares, molinos de viento, o generadores eléctricos.
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